El Río Negro es la más importante fuente hídrica del municipio de Rionegro por lo que se constituye en uno de los bienes patrimoniales de carácter ambiental, de mayor cohesión territorial de la subregión Altiplano del Oriente Antioqueño. Históricamente, esta fuente dividía el Valle en dos: El Valle de Llano Grande y el Valle de San Nicolás.
Nace un poco al sur de la región y por el costado oriental de la cordillera de Las Palmas, a unos 2.800 msnm (metros sobre el nivel del mar), en el Cerro Vaca. Corre en dirección nordeste y es alimentado por el lado derecho por las quebradas del Hato, la Pereira y Cimarronas. Por la izquierda, recibe las quebradas Tablazo, Tablacito, Chachafruto, Malpaso, La Mosca y La Porquera.
En su nacimiento se le conoce con el nombre de Río Pantanillo y alimenta la represa de La Fé con los caudales de los ríos Buey y Piedras. A partir de esta represa toma el nombre de Río Negro y en la parte de Santa Rita toma el nombre de Nare.
Mucho antes de que la producción de lo local de los municipios del Oriente cercano se volcara fuertemente al oficio artesanal y tuviera una posterior vocación ganadera, comercial e industrial, se desarrolló primero el trabajo de la tierra, con la minería y la extracción de oro. Al respecto afirma Víctor Álvarez:
“Ya a mediados del siglo XVII, trabajaban en Guarne, en la quebrada de
Esto, debido a la crisis que tuvo para entonces Santa Fe de Antioquia, Cáceres y Zaragoza en la extracción de este mineral, hizo que el trabajo de la minería comenzara a desplazarse hacia el Oriente Antioqueño. No obstante, los grandes propietarios de la época se vieron en la necesidad de diversificar sus inversiones a consecuencia de la disminución en la producción aurífera (oro). De esta manera, la explotación agraria y el trabajo agrícola empezó a sustentar una economía hasta entonces, esencialmente minera. Para finales de siglo, la construcción de diferentes carreteras y rutas comerciales que comunicaban al Oriente con Medellín, (San Carlos, Marinilla, El Peñol, Guatapé, entre otros) comenzaron a ubicar a Rionegro en un lugar estratégico como sitio de paso obligado en las diversas actividades productivas y comerciales del departamento y la región.
Ahora bien, lo que sucede con la transformación de nuestro territorio y la vulnerabilidad prospectiva de nuestro patrimonio ambiental, es decir, “categorías mentales humanas construidas con criterios de valoración también humanos de los fenómenos naturales”[2], es que con gran frecuencia expresiones excepcionales de la naturaleza como productos de la acción consciente, colectiva y realizada a lo largo de varias generaciones por los diversos grupos humanos que han habitado este territorio. Este hecho nos prende luces de atención y nos pone inevitablemente en la tarea de conocer, valorar, resignificar y conservar nuestro legado cultural, que se conviertan en acciones colectivas de dialogo y construcción emancipadora de la Región.
“El Patrimonio Cultural de la Nación está constituido por todos los bienes y valores culturales que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura popular.”
(Ley 397 de 1997, Ley General de Cultura)