jueves, 25 de marzo de 2010

NO SIEMPRE LO LEGAL ES LO LEGÍTIMO

Rionegro se pone alegre con la llegada del fin de semana, anochece un sábado cualquiera y la ciudad deja sus prejuicios, solo busca bailar con la luna para afirmarle su amor a las calles, para asegurarle que todos somos iguales y que podemos escapar del sistema que intenta vigilarnos.

Pero este sábado es distinto, una luz diferente ilumina la ciudad; en una esquina tan común como las demás, están ellos, nuestros protagonistas, jóvenes, alegres, diferentes, seres irreverentes buscando su espacio en el mundo sin quitárselo a nadie, pretendiendo reflexionar sobre su realidad y sobre su Rionegro noctámbulo donde la noche les permite recorrer sus calles y olvidar los señalamientos de su sociedad.

Pero no siempre la noche es libre de represiones, hay quienes no quieren que se disfrute y le roban un poco de su magia; así, en la misma noche, en el mismo lugar, pero desde otra esquina, ésta sí muy diferente e intocable, aparecen los otros; indiferentes, conformistas, vestidos con un color que debería representar esperanza, y que ellos mismos se han encargado de transformar en sinónimo de inseguridad.
Ambos mundos se conjugaron en un parque, porque son mundos donde las coincidencias existen y el destino hace de las suyas; ellos, descomplicados esperando disfrutar de la noche, llenando con su algarabía el tranquilo y muerto ambiente son atacados de repente por “los otros”. Ellos con ansias de poder, llenos de prejuicios e incrédulos de que pueda existir tranquilidad sin su presencia, llegan para acabar con todo a su paso, para terminar con el pacto de aceptación y tolerancia que debe existir entre todas las culturas.

Ese encuentro no se dio bajo las leyes del respeto, en primera instancia y como pretexto para las discusiones se exigió una requisa, con golpes y manotazos se intentó clasificar ese otro mundo, el que califican de desadaptado y peligroso para mantener “el orden”. En respuesta a esto, nuestros protagonistas, conscientes de sus derechos, reclamaron una explicación, a lo cual “los otros” solo respondieron con insultos y empujones; pareciera que en su conciencia no existiera la palabra respeto, que el poder que representa un uniforme les diera la gabela para acabar con la dignidad de las personas y tratarlas como escorias de la vida; se valen de instrumentos de humillación, infringen dolor para sentir una superioridad que solo está presente en su imaginación.

Nuestros protagonistas no solo fueron insultados y maltratados, el resultado de ser considerados diferentes fue un traslado desde su esquina, que aunque fría es acogedora, a un carro que con solo verlo pasar provoca miedo, zozobra e incrementa los señalamientos y prejuicios.

Y aunque muchos vieron esto, el viento fue el único que se atrevió a testificar, él sin miedo a represiones y a perder lo que no tiene, entendió lo que un viejo grafiti exponía en una vieja pared, asegurando que “si este sistema es la respuesta, fue una estúpida pregunta”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario